Tres expertos de UOC destacan las cuatro variables que hacen que un regalo nos guste más. Acertar al regalar no es una ciencia exacta. Según una encuesta realizada por Savanta para Oracle, esta Navidad la mayoría devolverán alguno de los regalos recibidos. En concreto, el 77% guardaran el tique de al menos uno de los presentes navideños para poder elegir otro producto. Además, cerca del 20% cambiará no uno, sino más de la mitad de los regalos recibidos en estas fiestas, y eso a pesar de las buenas intenciones de quienes regalan, a los que no les sale barato: en España se gastará una media de 238 euros en regalos según el estudio sobre el consumo navideño realizado por Deloitte.
Se trata de la cifra más alta de los países analizados después del Reino Unido, donde el gasto estimado es de 338 euros por persona, señalan Neus Soler , Profesora de los Estudios de Economia y Empresa de la UOC; Marta Calderero , Profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC y Francesc Núñez , Sociólogo y profesor de los Estudios de Humanidades de la UOC.
La norma de las cuatro variables para acertar con el regalo perfecto
Ya que invertimos en regalar, todos buscamos que el regalo escogido sea del gusto de quien lo recibe. Y el éxito (o el fracaso) depende según los expertos de cuatro variables: el valor monetario, el tiempo invertido en conseguir el regalo, la energía mental gastada en planificar y escoger un regalo adecuado al destinatario y los costes físicos que implica conseguir el presente. Las conclusiones del estudio realizado por los investigadores Henry S. J. Robben y Theo M. M. Verhallen dicen que los regalos que se perciben como más costosos en términos de tiempo y esfuerzo tanto mental como físico son los preferidos por quienes los reciben. Y, por el contrario, el valor monetario es el menos importante.
Una muestra de ello es que más no siempre significa mejor: si en un paquete agregamos un obsequio barato a uno más caro, se reduce el efecto positivo del segundo en quien lo recibe. Se le llama la paradoja del obsequiante y, según explica Neus Soler, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, se debe a que «en función de la perspectiva (si somos quien regala o a quien le regalan), mentalmente entendemos el acto de regalar de una forma diferente. Quien regala sí que entiende que más es mejor (porque ofrece más), pero quien recibe el regalo entiende que si se ha tenido que añadir un segundo objeto al regalo, es porque el primero no tiene el valor económico que parece que tiene. Por ello en marketing se trabaja tan a fondo el aspecto físico del producto, en relación con el propio diseño de este, del packaging y de la imagen que tiene la marca de ese producto. La apariencia del producto es importantísima, y justifica en gran medida su precio», señala la profesora de la UOC.
Para acertar al regalar, además de dedicar a cada obsequio el tiempo que se merece, la profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC Marta Calderero aconseja explicar por qué lo hemos elegido a quien va a recibir nuestro presente. «Es buena idea que cuando entreguemos cada regalo expliquemos qué queremos transmitir con dicho presente. Lo ideal sería que los regalos hablasen de una bonita historia pasada, presente o futura, y que la persona que los recibe sea siempre el protagonista», comenta.
Si nada de lo anterior funciona y acabamos teniendo que ir a cambiar el regalo recibido, podemos aprovechar para poner en práctica nuestras habilidades asertivas, recomienda la profesora Calderero. ¿Cómo? Procurando evitar una respuesta agresiva, agradeciendo las buenas intenciones y siendo empáticos, pero al mismo tiempo haciendo saber a la otra persona que esta vez no ha acertado. «Si no nos gusta el regalo podemos transmitirlo de manera asertiva, diciendo algo así: «Muchas gracias por el regalo, entiendo que me has regalado este reloj para que me acuerde de ti siempre que mire la hora, pero lo siento, no uso reloj habitualmente. Sería una pena dejarlo guardado en una caja; ¿qué te parece si vamos juntos a cambiarlo y escogemos un anillo que nos guste a ambos?»».
¿Por qué regalamos?
Si el acto de regalar tiene tantas posibilidades de no acabar en éxito, ¿por qué seguimos manteniendo la tradición de comprar regalos en Navidad? Para Francesc Núñez, profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC, la respuesta está en que las convenciones son un elemento central del comportamiento social al que no queremos renunciar. «Las tradiciones son los canales de circulación de la vida social. Solo muy recientemente, con cierto auge del expresivismo y de la búsqueda de la espontaneidad y la autenticidad, algunas personas han cuestionado las tradiciones, pero no puede vivirse sin ellas: si fallan, se disuelven o se desprestigian, acaban imponiéndose unas nuevas. La vida humana está hecha de rutinas y las tradiciones son como las rutinas sociales. Sin ellas, la vida es más complicada por la falta de normas y, por consiguiente, también, de sentido», explica.
De ahí viene que sigamos manteniendo una tradición que se remonta a varios siglos atrás, y que a muchos sí les satisface, sobre todo si son ellos quienes hacen el regalo, porque según un estudio publicado en Psychological Science, mientras que el sentimiento de felicidad que disfrutamos al recibir un obsequio disminuye rápidamente al cabo de poco tiempo, cuando somos nosotros los que damos a otros, seguimos manteniendo ese sentimiento varios días más. Aunque ello no es precisamente por razones altruistas: «en el acto de dar hay una dimensión de poder (da el que puede), respecto del que recibe, que, de alguna manera, queda en una posición de deuda. Por eso, para evitar esta situación, Cicerón dice que la amistad solo es posible entre iguales», afirma Francesc Núñez.
Intenciones inconscientes aparte, lo que realmente nos interesa es qué regalo elegir para dar en el clavo. Y según el estudio de Deloitte, nuestras preferencias son muy claras: en primer lugar, dinero; después, ropa y calzado. Sin embargo, en opinión de la profesora Marta Calderero el mejor regalo es una experiencia. «Compartir cosas juntos es siempre mejor opción que regalos materiales. Las experiencias compartidas fortalecen la relación porque durante la vivencia nos invaden intensas emociones positivas y se generan muchos momentos memorables. Puedes regalar entradas para un espectáculo, un viaje, visitar una exposición o pasar tiempo juntos colaborando en proyectos de responsabilidad social».