Marta García Aller, periodista y escritora: «Ahora los oráculos son los algoritmos, los Siris, Alexas,…» .

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Marta García Aller, periodista y escritora hablo de lo imprevisible y la incertidumbre tan presente en esta pandemia y  uno de los hilos conductores de esta década del futuro .»Ahora los oráculos son los algoritmos, los Siris, Alexas,…» señaló

«Para mi el año del futuro -en mi imaginario de niña – era 2020 según un libro infantil que leía de pequeña . Un futuro en el que todo estaría robotizado y tenía la ilusión infantil del año 2020 como el año del futuro, como en el libro. Y en cierto modo, lo era por la robótica y la inteligencia artificial, tan profundamente presentes en el año 2019 y en siglo XXI en el que pensábamos que podíamos empezar a soñar verlo todo con los datos del Big Data e inteligencia artificial»

«El 2020 comenzó con esa gran conferencia del CES de las Vega,  con muchos robots que tienen que ver con baño del futuro del libro que decía. Un baño en que un robot con ruedas llevaba papel higiénico al humano solo con mandar un mensaje de texto . Quién nos iba a decir que no iba a ser esa la historia del papel higiénico o por la que iba a pasar a la historia el papel higiénico ,en 2020…» «Ningún algoritmo pudo prever o prevenir tal cosa porque no sabemos prever el  comportamiento humano cuando tenemos miedo» .

«Se  agotaron las reservas de papel higiénico, las medicinas, las bicicletas estáticas…. en un tiempo en el que solo los algoritmos pueden saber cuándo se va acabar o necesitar algo. Los partidos y los modelos matemáticos ya no funcionaba. La pregunta sobre cuánto de lo que nos rodea podemos llegar a prever nos va ayudar a gestionar esa incertidumbre porque al fin y al cabo es una pregunta que nos hacemos constantemente .

«Lo imprevisible no es solo aquello que las máquinas o nosotros no podemos prever es es aquello que no somos capaces de imaginarnos. ¿Cómo nos íbamos a imaginar que el 2020 iba a ser el año no de los robots, no de la inteligencia artificial y del Big Data y del futuro, sino el año en que los médicos tenían que hacerse batas con bolsas de basura porque faltaba lo más básico en los hospitales de primer mundo?»

«Es estremecedor pensar cuántas cosas escaparon a nuestro control o al de los epidemiólogos que lo habían advertido, pero no les creimos,  ni los gobiernos  porque no existe el algoritmo perfecto, capaz de prever  todas esas incertidumbres y pandemias pues hay muchas cosas que no podemos llegar a creer, pero también también están los números y la imaginación para darle forma al futuro»

«Con la predictibilidad técnica en los viajes ahora lo difícil es perderse porque si no estás en Google Maps no existes, pero si estás no sueñes con perderte . Con Google Maps no tendríamos ni Caperucita Roja y las estrellas dejarían de tener sentido, si siempre hubiera existido un algoritmo que nos dice cuál es el camino más corto o cuántos minutos tardamos en llegar a nuestro destino, qué tiempo va a hacer mañana»

 «Cuántas cosas somos capaces de prever hoy que hace apenas una década o 100 años ni lo hubiéramos soñado. Ya no requerimos como en las novelas de Julio Verne o en la cueva de la Sibila, en Nápoles a la que se refiere Virgilio en la Eneida para refe3rirse a las preguntas de  Eneas sobre los peligros que iba a encontrar en su viaje desde Troya». «Los humanos llevamos tiempo buscando maneras de prever el futuro desde siempre má sallá de las Sibilas de una cueva llena de humo . Ahora los oráculos son los algoritmos, los Siris, Alexas,  y todas esas voces a las que les pedimos respuesta que queremos y que nos anticipan cuál es el destino más corto o cuántos pasos debería dar hoy para tener más salud o cuántas calorías he consumido o debo consumir».

«En cuanto a los datos realmente nos inquieta tanta incertidumbre cuando el cambio es tan vertiginoso y otra de las cosas es tener más certeza cada vez  y poder prever con los algoritmos, los gustos – como sabéis los que  os dedicáis a la creatividad – cómo interferir en los gustos de las personas y cuáles son esas pulsiones a través de las cuales podemos influir ahora con el rastro que dejamos en internet»

 

«Hay quien dice que Facebook nos conoce mejor que nosotros mismos», incluso  hay estudios que demuestran que pueden llegar a conocer la orientación sexual de una adolescente antes que él mismo». «Hasta tal punto revela nuestros gustos y también nuestros miedos -y si dejamos ver los miedos , dejamos ver también en comprar un producto- o  a quién vamos a votar».

 

«Y ahí es donde sea predictibilidad técnica se vuelve tan inquietante. Otro de los retos que tenemos en este mundo de los datos y de esa falsa ilusión de control tiene mucho que ver con la privacidad . Tenemos que tenerlo muy presente pero por mucho que sean infinitos los datos, o la capacidad de aglutinar datos, lo que no es infinito es el cerebro humano que tiene muchas limitaciones». «Pero también tiene sus particularidades cómo consiguen convencernos de que compremos algo. Antes, mucho antes, de los algoritmos hubo un experimento con mermeladas , en los años 90. Se llamó La paradoja de las mermeladas. Algunos recordarán como al entrar en un supermercado si hay un mostrador con 24 sabores diferentes de mermelada, es más probable que se pare alguien a mirarlo a que lo hagan otro mostrador con solo seis sabores»,

«Pero curiosamente cuantos más sabores hay menos probable es que nos paremos a mirar pero, sin embargo, la paradoja es que cuantos más sabores hay menos probable es que la persona pare o compre, porque demasiada opción nos puede llegar a saturar. El cerebro no está preparado para tener tantas opciones»

 

«Según Dunbar, el círculo más íntimo, son solo 5 seres queridos. Nuestro cerebro no pueda asimilar más de 1500 amigos y quizás tenemos capacidad emocional de vincularlos a 120 personas y aunque sean infinitos los datos, la capacidad de establecer las relaciones humanas y a tomar decisiones no cambia, por más que llevemos una pantalla conectada al bolsillo. No da una sensación de infinito que no es más que eso, una sensación».

» Los algoritmos toman más importancia cuánto mejor nos conozcan y mejor nos puedan dar opciones . Y ahí es donde los algoritmos actúan como una especie de almax de la incertidumbre . De esa sensación de que ‘no te preocupes,  yo te conozco’, y entre miles miles de opciones disponibles, voy a seleccionar para tí, unas cuantas» .

«Esto tiene trampa porque el algoritmo no trabaja para nosotros. Trabaja para la empresa que lo ha programado y todos los algoritmos lo hacen y ese es el gran engaño». «Los engañados somos nosotros creyendo que están aquí para ayudarnos. trabajan para la empresa que quiere ganar más dinero con esa serie o esa noticia, en particular,  aunque la noticia diga que la Tierra es plana». «Nos dicen que el algoritmo trabaja para conocernos mejor pero no trabaja para nosotros sino para que pasemos más minutos mirando la pantalla. Esa es la verdadera misión del algoritmo: que cuanto más minutos pasemos delante de la pantalla mejor nos conocerá y de esa manera mejor podrá colocar los productos que desea porque ahí está la verdadera misión de predecir el comportamiento: qué vamos a querer comprar».

 

«Cada vez podemos medir muchas más cosas, incluso el comportamiento humano hasta el límite -como decía Minority Report, hace ya 20 años-  y así han empezado a hacer experimentos en Estados Unidos , sobre la posibilidad de darle la libertad condicional con un algoritmo con predicciones de la persona que ha cometido un delito y si  puede volver a cometerlo y debería quedar en libertad» . Se está empezando a dar poder a estas máquinas . En el fondo lo que hacen es alimentarse de los datos que les hemos dado previamente, claro, y esa es la clave . No quiere decir que una máquina sea racista porque su veredicto sea que es más probable  como que haya más posibilidades de que delinca un negro que un blanco. Dependerá de los datos que usen o con qué datos estamos alimentando los algoritmos y qué tipo de previsiones están haciendo».

«Ese debate no lo tenemos suficientemente presente y el verdadero conflicto no es que sea un algoritmo racista sino que lo estamos programando sin saber cuáles son sus verdaderos riesgos.  Esta capacidad de predecir el comportamiento puede tener ventajas como para prevenir crímenes machistas o evitar que mujeres sean víctimas de violencia de género, siempre que se quieran prestar a ello «. «Se puede predecir por las conversaciones de teléfono que han tenido o por el comportamiento de las personas,   para ayudarles u ofrecerles ayuda cuando lo necesiten incluso predecir la posibilidad de que haya incendios -con más de un 80% de fiabilidad- gracias a los algoritmos y hay quien piensa que se pueda llegar -dependiendo de la cantidad y calidad de los datos que se ofrezca a la programación – a predecir cada vez más cosas . Sin embargo no sentimos que podamos predecir el mundo y que esté más controlado, sino que cada vez aumenta más la sensación de incertidumbre».

 

Hasta el arte empieza a ser predecible , como con la controversia de uno de los últimos premios de poesía, ante la duda de si se le había dado a un humano o un robot  y tuvo que salir a decir que era un humano, porque llegamos a pensar -de hecho- algoritmos capaces de escribir poesía y las  máquinas ya pueden imitar a los seres humanos, también en el arte, como en el caso de Rembrandt, Gran Premio en Cannes Lions, hace unos años…» «El cuadro no lo pintó Rembrandt sino un algoritmo, un programa de Microsoft entrenado para eso que aprendió de todos los cuadros que había pintado el genio de la pintura flamenca, y pinto otro, como Rembrandt»

«También se han creado algoritmos para reconocer versos como los de Shakespeare o escribir crónicas deportivas, noticias de bolsa,… Hay hasta algoritmos que escriben novelas. No sabemos hasta dónde puede llegar la creatividad de los humanos que programan los algoritmos pero en el último Mobile World Congress , había un robot tocando música, tocaba el piano y toca una batería  con unos brazos robóticos. Y pese a que eran muchos expertos en tecnología alrededor de aquel espectáculo, grabando cómo se movía y cómo tocaba las teclas , cuando acabo Nadie aplaudió»

» Hay muchas cosas que los robots no entienden todavía, pero lo que la inteligencia artificial no entiende es el humor.  Seguramente sea más fácil ser campeón del mundo de ajedrez -algo que hace muchos años que son capaces de hacer las máquinas- ganar al ajedrez que diferenciar un perro o un gato porque son más imprevisibles, pero un tablero de ajedrez tiene un número de jugadas finitas que es donde las máquinas nos superan y puso el ejemplo de la estupidez , porque «somos la única especie que podemos ser estúpidos sin habernos extinguido».

«El éxito -señaló – es algo muy difícil de predecir quién iba a haber podido predecir el caso del publicista,  arruinado en los años 70, hasta que tuvo una de las ideas más estúpidas del capitalismo que fue vender cantos rodados». «Los  compraba en una cantera y los vendía por 5 $ y se forro en una Navidad, porque la llamo ‘pet rock  , mascota de piedra «. «No engañaba a nadie al vender una mascota de piedra  pero luego intento replicar ese éxito con ‘arena para cultivar tu propio desierto’  y nunca volvió a funcionar, ni dio con la tecla del éxito » . «Porque el éxito es impredecible y el humor lo es más por ser la última frontera en inteligencia artificial, porque lo que realmente nos separa de las máquinas es el humor».

¿Qué tecnología reducirá la incertidumbre? Hemos reducido la incertidumbre de infinidad de cuestiones cotidianas y precisamente por eso reducir la incertidumbre en una época que intenta medir todo, lo gestionamos tan mal. Por eso es tan terrible la pandemia, en lo social económico y también en lo emocional porque nos ha recordado lo vulnerables que somos y que realmente era un espejismo la idea de que ‘la tecnología lo puede controlar todo’.

 

«Se podría afinar mucho más lo que puede llegar a pasar o todavía es una quimera, pero hay expertos en Big Data dedicándose a eso y a reducir al máximo el azar o las incertidumbres que es cómo llamamos a todo lo que no somos capaces de predecir», concluyó.

 

 

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