El Museo Nacional del Prado propone por primera vez una relación olfativa con la pintura
El Olfato, obra de Jan Brueghel y Rubens, protagoniza “La esencia de un cuadro. Una exposición olfativa”, comisariada por Alejandro Vergara, Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo Nacional del Prado, y Gregorio Sola, Perfumista senior de Puig y Académico de la Academia del Perfume, quien ha creado 10 fragancias relacionadas con elementos presentes en la pintura.
En esta obra, que evoca el jardín de árboles y plantas singulares que Isabel Clara Eugenia y su marido tenían en Bruselas a principios del siglo XVII, se representan más de 80 especies de plantas y flores, algunos animales relacionados con el olfato, como el perro sabueso o la civeta, y diferentes objetos relacionados con el mundo del perfume, como guantes perfumados, recipientes con sustancias fragantes, un ambientador que se calienta en un lujoso brasero y alambiques para destilar las esencias.
“La esencia de un cuadro. Una exposición olfativa” propone un nuevo acercamiento a las colecciones del Prado, en esta ocasión a través del sentido del olfato. Para ello, con el patrocinio tecnológico de Samsung y la colaboración especial de la Fundación Academia del Perfume y la tecnología olfativa AirParfum desarrollada por Puig, el perfumista Gregorio Sola ha creado 10 fragancias relacionadas con elementos presentes en la obra El Olfato, parte de la serie de Los cinco sentidos que Jan Brueghel pintó en 1617 y 1618 y en las que las figuras alegóricas fueron realizadas por su amigo Rubens.
El sentido del olfato permitirá al visitante recorrer los diferentes elementos representados en esta pintura. Para ello, Gregorio Sola, Perfumista Senior de la casa Puig y Académico de Número en la Academia del Perfume con el Sillón Sándalo, ha creado, por ejemplo, Alegoría, que nos invitará a detener la mirada sobre el ramillete de flores que huele la figura alegórica; Guantes, que reproduce el olor de un guante perfumado de ámbar según una fórmula de 1696; Higuera, que nos animará a reconocer esta planta en la escena; Flor de naranjo, que dirigirá nuestra atención hacia los alambiques se usaban para destilar este producto; y así hasta 10 fragancias que acompañarán al sentido de la vista proporcionando sensaciones únicas en la apreciación de la pintura.
El Olfato, Jan Brueghel y Rubens, 1617-18
La obra protagonista y germen de esta exposición, El Olfato, forma parte de la serie de Los cinco sentidos, expuesta en esta misma sala, que Jan Brueghel pintó en 1617 y 1618. Las figuras alegóricas fueron realizadas por su amigo Rubens.
La serie probablemente fue un encargo de la infanta Isabel Clara Eugenia y su esposo Alberto de Austria, soberanos de los Países Bajos meridionales, para quienes Brueghel trabajó como pintor de corte. Los objetos que se ven en estas escenas reflejan el coleccionismo y gusto de las cortes europeas de la época. En 1636 los cinco cuadros se encontraban en Madrid, en la colección del rey Felipe IV, quien los instaló en una sala decorada con dos estanterías de ébano y bronce junto a cuadros atribuidos a Durero, Tiziano y Patinir entre otros. Se encontraban entre las principales joyas del monarca.
Brueghel fue uno de los pintores más apreciados de su tiempo. Hijo de Pieter Bruegel (padre e hijo escribían su nombre de forma diferente), se formó con su abuela, la miniaturista Mayken Verhulst. De 1589 a 1596 residió en Roma, Nápoles y Milán y trabajó para Ascanio Colonna, (también patrono de Cervantes) y Federico Borromeo, entre otros. Este último escribió que su pintura reflejaba la belleza y variedad de la naturaleza.
La mayor parte de la carrera de Brueghel se desarrolló en Bruselas y Amberes. Fue uno de los primeros especialistas en pintar flores. En una ocasión afirmó que tardaba en finalizar sus cuadros porque incluían especies que florecían en diferentes épocas del año. Su particular manejo de la pasta pictórica evoca la consistencia de las formas vegetales y nos transmite una asombrosa empatía con ellas.
10 fragancias que se podrán oler en la exposición mediante la tecnología “AirParfum”
La tecnología AirParfum, desarrollada por Puig y exclusiva en el mundo de la perfumería, permite oler hasta 100 fragancias distintas sin saturar el olfato, respetando la identidad y matices de cada perfume. Mediante los 4 difusores en los monitores táctiles de Samsung disponibles en la sala, los visitantes podrán oler los elementos del siglo XVII presentes en el cuadro.
ALEGORÍA
Este perfume, creado por Gregorio Sola, se inspira en el ramillete de flores que huele la figura alegórica del olfato, pintada por Rubens. Está compuesto de una combinación de rosa, jazmín y clavel. Una convención en el mundo de la perfumería es considerar al jazmín el rey de las flores por su fuerza y luminosidad, y a la rosa la reina por su seducción y capacidad de combinarse con diferentes familias olfativas. Las facetas especiadas del clavel aportan volumen y sensualidad al ramillete.
GUANTES
Las élites en la Edad Moderna perfumaban los guantes para enmascarar el mal olor del curtido y tener cerca un olor agradable. Los guantes de cuero de España se valoraban especialmente en la época. Rubens (autor de las figuras de este cuadro) salió del país tras un viaje en 1629 llevando dos guantes perfumados de ámbar para la infanta Isabel Clara Eugenia, gobernadora de los Países Bajos españoles.
La fragancia que se puede oler aquí reproduce el olor de un guante perfumado de ámbar según una fórmula de 1696, que consiste en resinas, bálsamos, maderas y esencias de flores, en compañía del acorde de cuero fino.
HIGUERA
Este perfume desarrollado por Gregorio Sola interpreta el olor vegetal, húmedo, verde y refrescante de la sombra de una higuera en un día de verano. Podemos percibir la textura aterciopelada de las hojas así como el color oscuro de su tronco y sus ramas.
La higuera es originaria de Asia sudoccidental y desde hace siglos crece espontáneamente en torno al Mediterráneo. En el contexto de la corte de Bruselas que evoca el cuadro de Jan Brueghel es una planta valiosa, por encontrarse fuera de su clima habitual. Está plantada en una maceta, para poder sacarla al exterior en días soleados.
FLOR DE NARANJO
De las flores del naranjo amargo se extrae la esencia de neroli, por destilación al vapor de agua. Es la que podemos oler aquí. Los alambiques de la parte izquierda del cuadro se usaban para destilar este tipo de producto.
El término “neroli” procede de la aristócrata Marie-Anne de La Trémoille, entre cuyos títulos estaba el de princesa de Nerola (Lacio). A finales del siglo XVII y principios del XVIII, ella puso de moda esta fragancia, que utilizaba para perfumar sus guantes, ropas y baños.
En el norte de Europa, donde trabajó Jan Brueghel, los cítricos eran árboles muy valorados que se cultivaban en invernaderos.
JAZMÍN
Si sumergimos las flores de jazmín en un líquido volátil de composición grasa, este se enriquece con sus componentes odoríferos. Cuando el líquido está saturado, se calienta ligeramente para conseguir que se evapore. La cera resultante se llama “concreto”. Este se disuelve en alcohol puro para dar lugar al “absoluto”. Lo que olemos aquí es un absoluto de jazmín. Su fragancia es delicada e intensa, con facetas verdes y cremosas y una ligera nota animal.
El jazmín huele diferente por la mañana que por la noche, cuando es más opulento. Como otras plantas que se ven en el cuadro, es una importación procedente de lugares más cálidos.
ROSA
La rosa es la más reconocible de todas las flores. Shakespeare escribió en Romeo y Julieta: “¿Qué hay en un nombre? Eso que llamamos rosa, olería igual de dulce con otro nombre”. Según Plinio el Viejo, ya en el siglo I era la flor más utilizada para hacer perfumes.
Tal y como lo describe un perfumista, el olor de la rosa es fresco, floral, aterciopelado e intenso con facetas verdes y un ligero toque frutal, combinado con notas especiadas y una sutil nota de miel.
Se necesitan trescientas mil flores, recogidas a mano al amanecer, para tener un kilo de su esencia.
Jan Brueghel pintó ocho variedades de rosas, entre ellas la centifolia y la damascena, las más utilizadas en perfumería.
LIRIO
Es probablemente la materia prima más cara de la perfumería, con un valor superior al doble del oro debido a su complejo y lento proceso de elaboración. Su absoluto se denomina “iris” y no se obtiene de la propia flor, como en otras plantas, sino de los rizomas, que han de madurar entre cinco y siete años.
Uno de los principales lugares de cultivo es la región de Florencia, que adoptó esta planta como símbolo desde la Edad Media. Plinio el Viejo escribió en el siglo I que su raíz se utilizaba para obtener ungüentos y que su nombre derivaba de la variedad de colores de su especie, como el arcoíris.
NARCISO
El narciso utilizado en perfumería se cultiva principalmente en la región francesa de Aubrac, y se cosecha a finales de mayo y principios de junio. En la época de Jan Brueghel la esencia se obtenía por destilación. Actualmente se adquiere por extracción con solventes, lo que permite producir más aceite esencial. Con esta técnica, se necesitan 1.300 kg de flores para obtener un kilo de absoluto (una persona recoge aproximadamente 105 kg por día).
Su fragancia, muy original, es fuerte y embriagadora, con matices frutales de albaricoque y melocotón, combinada con notas de cuero, casi aceituna y un fondo floral pajizo.
CIVETA
Este animal tiene una bolsa entre las patas traseras de la que se extraía una sustancia resinosa, la algalia, usada antiguamente en perfumería. Es un ingrediente poco volátil que se empleaba como fijador vinculándolo a otras fragancias para prolongar su duración en la piel o en un objeto. Su olor es fuerte, a animal, casi a excremento. Los perfumistas del siglo XVII lo enmascaraban vistiéndolo con esencias de flores, maderas, especias y bálsamos.
La algalia es uno de los principales ingredientes del perfume de la época de origen animal. En la actualidad, así como en esta muestra, se produce en versión sintética.
NARDO
Un relieve en una fachada muestra el episodio de la unción de Jesús en Betania, narrado en los Evangelios: “María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús […] y la casa se llenó del olor del perfume”.
El nardo utilizado en esa época era de origen indio y muy costoso, el que se empleaba en perfumería cuando se pintó el cuadro procede de México. En la actualidad su coste puede superar los 10.000 €/kg. Debido a su fuerza e intensidad, la esencia del nardo en un perfume realza el carácter de otras notas florales.