Se trata sobre todo de marcas de lujo como Louis Vuitton, Christian Dior, Gucci, Bulgari, etc. víctimas de una disposición del gobierno chino. Se trata de evitar que sus campañas publicitarias creen tensiones en una sociedad comunista, entre los que las pueden pagar y los que no. Para el gobierno se trata de “peligrosas armas que violan el derecho a la ciudadanía e impiden que la sociedad viva en armonía” y que “tienen un impacto negativo en la sociedad” por lo que “el consumo de artículos importados por una élite económica impide el desarrollo en armonía de las clases medias”.