“Lo lógico sería seguir el ejemplo de otros países, que simplemente bloquean el acceso: no persiguen a los usuarios, no ponen multas, simplemente sacan de la red el contenido pirateado”, explicó Antonio Guisasola, presidente de la Coalición y de Promusicae.
La Coalición de creadores e industrias de contenidos presentó el pasado jueves por la tarde en Madrid el libro #Gorrones (Ediciones Quinto 20), del periodista y escritor estadounidense Chris Ruen. El acto, celebrado en la Asociacion de la prensa de Madrid, contó con la presencia del presidente de la Coalición de creadores y de Promusicae, Antonio Guisasola, y del presidente de AIE, Luis Cobos, entre otros.
“La Coalición de Creadores e Industrias de Contenidos tiene, entre otras, la misión de promover un entorno digital respetuoso con la propiedad intelectual. En esa área se enmarca la difusión de obras como #Gorrones o el Mapa mundial de las leyes contra la piratería, que aportan información independiente y rigurosa para enriquecer un debate imprescindible a todos los niveles”, señaló Carlota Navarrete, directora de la Coalición.
“Mientras solo un 20 % de los músicos puede vivir de su profesión y el 80 % debe compaginarla con otros trabajos, los mayores perjudicados por la “cultura de la gratuidad” no son solo los creadores, sino todos los jóvenes”, aseguró Luis Cobos, presidente de AIE. “Hay un montón de excusas para la piratería: que se hace promoción de los artistas, que no es un robo porque no hubiéramos comprado esos contenidos, etc. Los gorrones contribuyen al desplome de la creatividad”, recordó el autor.
Ruen ha repasado la que llama “década de la disfunción”, entre 2000 y 2010, cuando toda una generación se acostumbró a obtener contenidos gratis y a justificar la infracción de propiedad intelectual: “Defendimos la idea de no comprar, con un montón de excusas: pirateando se hace promoción de los artistas, no es un robo porque no hubiéramos comprado esos contenidos, etc. Quizá no éramos piratas, porque no ganábamos dinero, pero desde luego éramos unos gorrones y contribuimos al desplome de la creatividad que tanto amamos”.
El autor de #Gorrones ha desarrollado un discurso propio, considerando tanto que “los plazos de protección son quizá demasiado extensos en algunos casos concretos y habría que reducirlos” como que, por encima de todo y para poder llegar a definir esa reducción, antes habría que asegurar que “un creador puede realmente ejercer su derecho de distribuir sus obras de la forma que quiera, gratuitamente o no” y que puede “extender los derechos de esas obras a una discográfica, productora, editorial o cualquier otro socio que elija”.
“La propiedad intelectual no es una barrera”
“Los derechos de propiedad intelectual no son un obstáculo para avanzar en la era de la información, sino justo lo contrario: facilitan una distribución más justa e incentivan la creatividad en internet. Cuando damos a los creadores independencia económica pueden conseguir una mayor independencia creativa. Y eso lo da la propiedad intelectual, no el patrocinio o el mecenazgo”, aseguró Ruen.
El autor estadounidense ha insistido en que “en internet todo el mundo gana dinero, excepto el creador: los ISP y las empresas de internet están ganando miles de millones”, mientras se contabilizan “cientos de millones de visitas a sitios con contenidos no autorizados que también producen millones de beneficios para los piratas”. “Todo esto –ha añadido- es lamentable porque los sitios legítimos como Spotify o similares tienen dificultades para despegar, porque tienen que competir con los piratas”.
“Hay que aplicar la ley”
En el debate posterior a la conferencia de Ruen, representantes de la Coalición han señalado la necesidad de que se aplique con firmeza la legislación vigente contra la piratería, que ha crecido año tras año causando enormes daños a las empresas y profesionales de este sector estratégico. Según datos de la consultora GfK, esta industria ha sufrido, contemplando el valor de todos los contenidos pirateados, un perjuicio económico de 55.000 millones de euros durante la última legislatura.
“El Gobierno no ha sabido impulsar la vía administrativa para reducir la piratería y que pueda desarrollarse la oferta legal. El sector no se explica por qué no se aplica la normativa vigente pese a que las garantías son máximas, con una actuación administrativa sometida al control judicial previo que impide tomar medida alguna sin autorización del juez”, han añadido.
Asimismo, han recordado que “un escenario sin piratería permitiría crear 29.360 nuevos puestos de trabajo directos y unos ciento cincuenta mil empleos indirectos”, y que entre 2012 y 2014 “la piratería ha impedido que el Estado ingrese 1.648 millones de euros en impuestos”.
Luis Cobos, presidente de AIE, alabó la claridad del autor por enfrentar el problema porque, recordó, “una sociedad que protege más los objetos que las ideas está enferma”. Cobos recordó que solo un 20 % de los músicos pueden vivir de su profesión, porque el 80 % debe compaginarla con otros trabajos, y que los mayores perjudicados por la “cultura de la gratuidad” no son solo los creadores, sino todos los jóvenes, porque si los artistas no tienen libertad ni retribución no pueden desarrollar una carrera profesional, lo que reduce la pluralidad y la creatividad.
Antonio Guisasola, presidente de la Coalición de creadores y de Promusicae, señaló que uno de los mayores problemas sigue siendo el determinismo tecnológico, dar por hecho que si la tecnologia permite hacer algo no hay problema en hacerlo: “Es la respuesta de muchos: los bytes son libres, la información debe fluir… Pero no se alega eso cuando se afrontan otros delitos también en internet, frente a los que la respuesta es clara y contundente”.
“Ya no se habla tanto –añadió Guisasola- de la piratería de música, pero el problema no ha desaparecido. Antes se decía que faltaba oferta legal en internet o que los contenidos eran caros, pero ahora que disponemos de una oferta amplísima, con un gran número de servicios legítimos, se dice que ese problema con las series y el cine. Pero el acceso ilegal a música sigue ahí. Y la respuesta a por qué se piratea es la de siempre: porque se puede, porque todo ese material gratis y a un clic sigue estando ahí. ¿Ha bajado la piratería con la llegada de Spotify, Deezer y otros servicios similares? Pues sí, pero como veremos dentro de unos días cuando presentemos el Observatorio de este año, ha bajado muy poco”.
“Por eso –concluyó el presidente de la Coalición- lo lógico sería seguir el ejemplo de otros países, que simplemente bloquean el acceso: no persiguen a los usuarios, no ponen multas, simplemente sacan de la red el contenido pirateado. Solo hay que eliminar la opción de encontrarlo tan fácilmente”.
Alejandro Perales, presidente de la Asociación de Usuarios de la Comunicación, puso el acento en que la piratería no sólo es perjudicial para la industria y los creadores, sino también para los propios usuarios, que se ven sometidos a todo tipo de prácticas fraudulentas como el uso de sus datos sin autorización o el cobro por servicios no solicitados. En su opinión, los consumidores han conseguido con mucho esfuerzo un marco jurídico que les protege, y deberían oponerse, por razones egoístas y no sólo altruistas, a las descargas ilegales.
Para Alejandro Perales, “la gente descarga ilegalmente porque puede y porque no está mal visto, y todas las explicaciones que se alejen de esa realidad son meras racionalizaciones: que el contenido es caro, que no hay oferta, que hay que defender la libertad de expresión, etc. Los ciudadanos son conscientes de lo atípico de la situación, y cuando dejen de poder descargarse estos contenidos lo asumirán sin más. Los usuarios particulares no somos piratas, piratas son los que hacen negocio ofreciendo contenidos sin autorización y sin pagar a los titulares de derechos, pero es bueno que como ciudadanos también asumamos nuestra cuota de responsabilidad, porque en el fondo somos, como dice el título del libro, “gorrones digitales” y podemos contribuir a la desaparición de esos contenidos a los que deseamos acceder”.