El Viaje del Rey a Bostwana era de interés privado pero la Casa Real oculta a quien favorecía, tras anular su despacho con el ejecutivo y resto de su agenda.

Mientras la Reina Sofía, llega tres días tarde a ver a su egregio marido, algo no concuerda y la Casa Real continúa su Annus Horribilis, en plano aniversario de la República. La Zarzuela toma por tontos a medios y opinión pública y se limita a ocultar a quién favorecía este viaja de interés. Como se ha demostrado con el caso Urdangarín, mientras la Casa Real viva de un generoso presupuesto público, no puede hacer lo que quiera sin control y saltarse su agenda pública (sin pedir siquiera disculpas públicas por anteponer sus intereses privados a aquellos por los que cobra) salvo que se aclaren los motivos del cambio de agenda y a qué intereses favorecía, por transparencia y saludabilidad de la imagen real. Si no costó un euro al erario público, ¿por qué tanto secreto? ¿Cree la Casa Real que va a quedar en Secreto quiénes componían su séquito? ¿Cree tener tanto poder para silenciar a todos los periodistas de todos los medios que cree tener controlados? Entonces de qué sirve hacerle este flaco servicio a su imagen, como institución ocultadora de información sobre los negocios de la Casa Real.

¿Va a resultar que TVE no puede tener publicidad, al ser un organismo público mientras la Casa Real, con un gran presupuesto público, puede hacer doblete con -cuando menos- turbios acciones inconfesables en favor de empresarios privados más inconfesables aún? Y póngase en el orden que se quiera, además de saltarse su agenda pública, por intereses privados, ha desairado a un gobierno que representa a todos los españoles obviándo el objeto y su viaje, del que como decía el vicesecretario de información del PP, Carlos Floriano, se supo cuando se tuvo noticia del incidente, independientemente de lo que el Presidente del Gobierno se haya tenido que ver obligado a decir, negándose a confirmar si el gobierno sabía de la existencia del viaje.

La Casa Real confirma que aceptó una invitación junto a empresarios españoles, pero se niega a aclarar quién sufragó dicha cacería. Mariano Rajoy, a posteriori, ha confirmado que Juan Carlos I partió hacia la reserva africana el pasado domingo pero parece que en ningún caso advirtió que el motivo fuera para hacer negocios privados (unos negocios privados sustentados por el hecho de ocultar qué empresarios acudían con él) como justificación de la suspención de su agenda oficial, como, y nada menos, que atender al Ejecutivo con el despacho semanal entre el Jefe del Estado y el Rey.

A nadie le importa, y puede que ya ni tampoco a SM la Reina, si el viaje fué de placer con la organizadora de la expedición, la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, anfitriona de nobles de toda Europa en este tipo de safaris, según la prensa británica a través de su agencia de viajes Boss&Company Sporting Agency. Los diferentes medios señalan el hermetismo prácticamente total de la Casa Real sobre el safari. Y esto acusa al Rey de ocultar información bajo un supuesto viaje privado, en horario público, con intereses inconfesables. Como todo comentario y tarde, La Casa Real sí se ha apresurado a informar, como si eso fuera lo único importante, que esta aventura privada no le ha custado un euro al erario público. Pero ¿cuál es el precio de no atender sus obligaciones con salario público, y el anular el despacho con el Presidente del Ejecutivo, para atender a unos empresarios privados, despreciando a todas las instituciones en pleno aniversario de la II República, mientras aún se espera el fallo del caso Urdangarín por sus negocios privados con dinero público?

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