La 6ª Jornada del Ciclo“Internet y las Nuevas Tecnologías plantea crear nuevas profesiones” en Fundación Telefónica

La industria de los videojuegos en España está pasando de las grandes multinacionales a pequeñas compañías por las posibilidades de distribución de la Red, como puso de manifiesto en la 6ª Jornada del Ciclo “Internet y las Nuevas Tecnologías plantea crear nuevas profesiones” en Fundación Telefónica. Entre las conclusiones del evento se destacó que el salto al extranjero de los videojuegos desarrollados en nuestro país, aunque reporta grandes beneficios, no es conocido por el gran público o que coste de producción de un videojuego prácticamente ha desaparecido gracias a Internet y a los sistemas de emisión y recepción de la Red: la mayoría de ellos son de acceso gratuito. Aunque el pago simbólico de un videojuego multijugador on line lo realice un bajo porcentaje de los usuarios, son tantos los millones de jugadores conectados que esa retribución resulta muy significativa. Se trata de una actividad que el usuario puede desarrollar en su domicilio, desde una mecánica de juego a un prototipo que puede convertirse en un caso de éxito y reportarle beneficios. Por ello se concluyó que Internet ha abierto nuevos modelos de negocio a los desarrolladores de videojuegos, que sitúan con fuerza sus productos en el mercado extranjero, según los expertos convocados ayer por Fundación Telefónica en la conferencia “Desarrollador de videojuegos”, perteneciente al Ciclo “Internet y las Nuevas Tecnologías crean nuevas profesiones”. El ciclo, que contó esta vez con la presencia del fundador y CEO de Bitoon Games, Fernando Piquer, y el emprendedor y creador de Ideateca, Eneko Knörr, un laboratorio de ideas en el ámbito de los videojuegos, profundizó en estas nuevas oportunidades que el cambio tecnológico está produciendo en el mundo del empleo y que se traducen en nuevas actividades y profesiones. Para los ponentes la profesión del desarrollador de videojuegos, la forma un profesional que diseña y crea un videojuego desempeñando un trabajo multidisciplinar en el que destaca la creatividad (trama, música, diseño de personajes, etc.), el género (aventura gráfica, acción, estrategia en tiempo real, rol, etc.), la plataforma en la que se ejecuta el juego y la forma de visualización (2D, 2.5D y 3D).
Para Knörr, en el desarrollo de los videojuegos están implicados muchos profesionales: los programadores, que provienen de las ingenierías y las matemáticas, “gente autodidacta que ha aprendido por su cuenta”; los grafistas, responsables de las herramientas que se van a usar; los diseñadores, “quienes piensan el juego y diseñan sus niveles”; los músicos, los beta tester, “la profesión más querida”, quienes deben tener sentido crítico y saber comunicar los fallos del juego a los desarrolladores; etc. La formación continua de estos profesionales resulta fundamental, en opinión de Knörr, a través de las publicaciones especializadas y los foros de nivel. En cuanto a los Videojuegos en Internet, antes en manos de las multinacionales que depositaban el producto final en las tiendas, han pasado a estar en las manos del usuario gracias a las plataformas on line. Empresas del sector como XBOX o Nintendo están creando estas plataformas de libre acceso. Para Knörr, otro de los cambios importantes es la posibilidad de jugar gratis, ya que los videojuegos en la Red y para el móvil viven de la publicidad y los millones de personas que pueden llegar a jugar a un videojuego compensan. Según Fernando Piquer, fundador y CEO de Bitoon Games, el videojuego es una obra cultural y artística, “premisa necesaria para desarrollar un juego verdaderamente grande”. En ese sentido, la mejora de los videojuegos se realiza de forma cooperativa: cualquier perfil puede aportar su visión creativa, ya que “cada persona aporta sus habilidades y conocimientos y se mejora así el proyecto”. Para Piquer, lo realmente costoso es crear cada uno de los elementos del videojuego, pulirlo y mejorarlo. El modelo de negocio que Piquer planteó fué el “free2play”, es decir, jugar con acceso libre, sin pagar. Piquer consideró que Internet es una plataforma donde se generan multitud de modelos de negocio que, hasta ahora, eran inviables, pero que son ante todo independientes de las grandes corporaciones. Gracias a la distribución digital y al uso de la banda ancha, los videojuegos generan negocio y crean industria de exportación. “En España cada vez más pequeñas compañías desarrollan sus productos, los venden al extranjero y casi nadie habla de ellos”, posibilidad –la de que “tu videojuego llegue a cualquier parte del mundo”– que Piquer considera una gran ventaja.

El negocio de los videojuegos se basa, paradójicamente, en el acceso gratuito. Los videojuegos multijugador “persistentes” tienen un valor real para el usuario, ya que los personajes van acumulando el valor que le ha ido aportando cada jugador, personajes que se pueden comprar mediante pagos simbólicos de uno o dos euros a la hora de que un jugador quiera ahorrarse el tiempo de superar una serie de niveles o conseguir objetos y power up. El negocio consiste en que aunque pague poca gente –apenas un 2%–, hay tantos millones de usuarios conectados que la retribución es significativa: “te puedes permitir el lujo de que a la gente le salga gratis y algunos quieran pagar”- según Piquer quien señaló que el coste de producción en el mundo on line prácticamente ha desaparecido gracias a los sistemas que transmiten y reciben un conjunto de bits por Internet. En cuanto a las especialidades del desarrollador de videojuegos se plantea ahora una oportunidad laboral que antes no existía. El terreno profesional es muy amplio: desde la posibilidad de vincular una marca de gran consumo al ocio de los usuarios al desarrollo de los videojuegos multijugador para Internet y teléfono móvil, pasando por los juegos basados en licencias de animación y las comunidades virtuales donde los niños pueden interactuar con sus personajes favoritos de la televisión. Respecto a la formación necesaria, Piquer señala que no tiene por qué ser específica: el diseñador, que se encarga de las reglas del videojuego y se encarga del libro de instrucciones, puede ser por ejemplo un historiador, pues “las ganas de crear y de aportar suplen muchas veces carencias de experiencia”. En cada videojuego puede haber implicados quince desarrolladores más cinco o seis freelance y cada personaje requiere a un artista conceptual, quien dibuja el boceto en dos dimensiones que, posteriormente, desarrollan los grafistas y los animadores. Además, hay que generar objetos de juego y gestionar el comportamiento físico del entorno, tarea esta última de la que se ocupan los programadores de inteligencia artificial. En opinión de Piquer, “no hay que saber de todo, sino tener una gran sensibilidad en alguna de las áreas”. «Los juegos multijugador y por Internet han de ser, ante todo, permanentes» –lo que Piquer denomina la cualidad de la persistencia. “Cualquier persona en su casa con un iPad o un iPhone puede desarrollar sus aplicaciones”, concluyó Piquer.

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