La OCU exige una investigación urgente al Ministerio de agricultura, Comunidades Autónomas y Agencia española de seguridad alimentaria. La OCU ha realizado un análisis de 20 hamburguesas frescas envasadas, de venta en supermercados, con el objetivo de averiguar cuál es la calidad de la carne (cantidad de aditivos, higiene, aspectos nutricionales, etc.). Además, después de la alerta que se produjo en Irlanda, la OCU decidió realizar pruebas de ADN para ver si en España las hamburguesas contenían carne de caballo, lo cual ha ocurrido en dos de las veinte muestras analizadas: Eroski y Alipende (Ahorramás). Dichas pruebas certifican la presencia de carne de caballo sin advertirlo en el etiquetado.
En el análisis inicial de la OCU no se contempló realizar pruebas de ADN pero, debido a la alarma surgida en Irlanda, se creyó necesario comprobar e informar a los consumidores si las hamburguesas que se estaban comercializando en España estaban libres de sospecha. En dos de los casos se está cometiendo un claro fraude al consumidor y se están vendiendo hamburguesas en cuyas etiquetas no se indican sus ingredientes reales.
La OCU quiere aclarar que no se trata de un problema de seguridad alimentaria pero sí de un engaño al consumidor. Éste cree que compra carne de vacuno y solo de vacuno, sin presencia alguna de carne de caballo. Respecto al análisis de calidad general, la OCU aclara que la carne picada, componente de las hamburguesas, es un producto muy perecedero que, aun estando refrigerado, debe consumirse en un día. Por eso la gran mayoría de las hamburguesas frescas envasadas llevan conservantes para alargar su vida. Además, la norma permite que los preparados de carne, otra versión de hamburguesa, lleven otros aditivos como antioxidantes, colorantes o potenciadores del sabor. Estos últimos, pese a ser inocuos, pueden enmascarar la falta de calidad del ingrediente carne.
La OCU ha detectado que 16 de las 20 hamburguesas analizadas también llevan sulfitos, otro aditivo cuya utilidad es inhibir el crecimiento de bacterias y mantener el color original de la carne. Para añadir los sulfitos, los fabricantes utilizan un truco legal: denominar a su hamburguesa como burguer meat. Esto no tendría importancia si no fuera porque los sulfitos no son inocuos en cantidades altas. Pueden ocasionar vómitos, dolores abdominales y, en personas con alergia, dolores de cabeza y nauseas. Alguna de las hamburguesas analizada lleva el 90% de la Ingesta Diaria Admisible (IDA) de sulfitos para un niño. Lo que significa que no debería de tomar más sulfitos en ese día (ni siquiera añadir kétchup o mostaza a esa hamburguesa).
Otros parámetros analizados son la grasa, aporte calórico y sal. La mayoría de hamburguesas supera con creces el contenido de grasa de una pieza de carne vacuno. Algunos productos llegan a un 23% y un 25%, porcentajes claramente excesivos, puesto que a mayor contenido graso, menor contenido proteínico.
La media de aporte calórico encontrado es de 200 Kcal por cada 100 gramos de preparado de carne. Obviamente, a mayor contenido de grasa y mayor tamaño de la hamburguesa, mayor aporte calórico. Respecto a la sal, la gran mayoría supera con creces el 1%. La OCU entiende que superar este porcentaje es excesivo y nada recomendable. A la hora de calificar la calidad de la carne de las hamburguesas, se podría decir que son de poca calidad a un precio elevado. A juicio de la OCU solo aprueban cinco de las analizadas: dos con excelente calidad y otras tres con una calidad aceptable. El problema es la elevada presencia de tendones y cartílagos, usados en sustitución de carne de calidad.
Un último elemento que preocupa a la OCU es la falta de transparencia en el etiquetado. La normativa de etiquetado exige que se indique el porcentaje de carne. Sin embargo, 6 hamburguesas analizadas incumplen este requisito legal, lo cual induce a error al consumidor que puede adquirir un producto creyendo que es 100% carne, ignorando que su porcentaje es mucho menor.
Para finalizar y a modo de anécdota: el panel de cocineros examinó las hamburguesas y sus comentarios no han sido muy positivos: hamburguesas con trozos duros de tendones, con trozos de huesos, secas, se curvan y por tanto se queman por un lado y quedan crudas por otro…
Con estos datos de calidad, y en especial con los resultados que han arrojado las pruebas de ADN, la OCU se ha dirigido a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), al Ministerio de Agricultura y a las Comunidades Autónomas exigiendo una explicación y una investigación urgente que aclare cómo ha llegado la carne de caballo a unas hamburguesas que no mencionan nada de ello en su etiquetado La OCU pide además que se depuren responsabilidades y, en su caso, se impongan las sanciones correspondientes a los infractores. La OCU denuncia que los controles son inexistentes o, en muchos casos, insuficientes y que el consumidor necesita estar informado por otros canales para estar seguro de que lo que está comprando es realmente lo que desea comprar.
Como punto de partida, la OCU quiere aclarar que este estudio ha sido posible gracias a la colaboración y contribución de sus socios. Gracias a ellos, la OCU se puede mantener como una organización independiente, ofreciendo información trasparente a todos los consumidores y evitando engaños de este tipo. Sin el importante compromiso de los 300.000 socios de la OCU, millones de consumidores seguirían engañados.