Las consecuencias de esta práctica (y la exanción de impuestos a los ‘chinos’) ha llevado al cierre a más del 40% de los comercios de la madrileña Calle Camino Viejo de Leganés, según la Asociación de Comerciantes de la zona. “¿Qué harías si no tienes dinero para comer?”; “Llevo cinco años en paro, tengo tres hijos y un alquiler al que hacer frente”, así justifican sus actos algunas de las personas que se encargan de comerciar con productos robados, los llamados “peristas”. En Madrid hay una auténtica red de compra-venta de este tipo de artículos, cuyo mercadeo puede alcanzar los 6.000 euros de multa. En “Peristas”, título del nuevo reportaje de “Callejeros” que Cuatro emite este viernes (23.15 h) el programa hace un recorrido por los principales puntos de venta de artículos robados de la capital para conocer desde dentro esta red.
El programa se desplaza al mercadillo de Carabanchel, el Rastro de Madrid o la Calle Santa Isabel, lugares habituales de este mercadeo ilegal en la capital, para tomar testimonio de sus protagonistas. Alimentos, zapatillas, joyas robadas… cualquier artículo puede encontrarse en sitios tan concurridos como el mercadillo de Carabanchel o el popular Rastro de Madrid. En la Calle Santa Isabel, decenas de personas esperan cada tarde la llegada de vendedores. “Lo venden por cuatro perras”, asegura una de las compradoras habituales.
Teresa, “perista” desde el momento en el que se enganchó a la heroína hace 18 años explica que “incluso te pagan el autobús para que les robes un producto” y asegura que en un día puede llegar a ganar hasta 300 euros y más de la mitad es para su dosis. “Robar es nervio, es vida. Me gusta robar sin dejar huella”, cuenta Paco, uno de los “peristas” en Puente de Vallecas y que ofrece todo tipo de artículos apostado en la calle.
Las consecuencias de esta práctica ilegal han perjudicado sobre todo al pequeño comercio. En la Calle Camino Viejo de Leganés el 40% de los comercios ha tenido que cerrar. Según los trabajadores, el alto índice de robos a pequeña escala ha provocado este desolador panorama. “Después venden los artículos robados en plena calle mucho más baratos”, asegura Martín Labraca, presidente de la Asociación de Comerciantes de la zona.
