NH Hoteles, atesora un archivo de hallazgos surrealistas, de abandonos que, por generalizados, podrían definir nuestro estilo de vida actual, e historias capaces de convertir a un huésped en leyenda viva de un hotel. La explicación para el hotel es que el check out apremia, y un simple descuido, acaba con un olvido más o menos problemático en el hotel. Para organizar el baúl de anécdotas de la cadena, NH Hoteles ha llevado a cabo una encuesta entre sus directores sobre los descuidos registrados en un centenar de establecimientos de su portfolio nacional e internacional. En el ‘top five’ de descuidos más habituales, en España y allende las fronteras, se encuentran: el cargador del móvil enchufado en alguna esquina –estadísticamente, cada cliente lo olvida en uno de cada diez viajes realizados- ; el pijama y la ropa interior –un clásico que se reclama en menos del 50% de las ocasiones-, el libro de cabecera, el pasaporte, y, a cierta distancia, las delicatesen de la gastronomía regional guardadas con mimo en el mini bar. Los lugares más comunes de estos hallazgos son el armario –con los zapatos como descuido número uno-, bajo la cama y entre las sábanas, el baño, la mesilla de noche –todo tipo de lecturas, guías turísticas, documentos y dinero, principalmente- y en los destinos de sol y playa, la terraza – los trajes de baño y chancletas-. En cuanto al perfil del olvidadizo, las conclusiones de la encuesta señalan un ligero pico al alza entre los hombres de 35 a 55 años -sin diferencias por nacionalidad o destino-, si bien ellas son las que más a menudo dejan atrás algunas de sus prendas más íntimas. Más allá de estos descuidos comunes, los hoteles albergan historias de abandonos más que curiosos. En este apartado, merecerían una mención de honor las prótesis dentales que, pese a lo que pudiera parecer, no siempre se cae en la cuenta de su olvido y en muchos casos, nunca llegan a reclamarse. Igualmente, el exotismo de algunas prendas y artículos recogidos por las camareras de piso, son capaces de sonrojar al más pintado; como un disfraz de gogó de lo más sugerente hallado en un hotel italiano, la ropa interior de una celebérrima cantante española –que nunca reclamó-, o completos juegos para las parejas más osadas –registrados en el 100% de los hoteles encuestados, y con relativa frecuencia-. Entre los más románticos, se recuerda un precioso anillo de pedida, o los zapatos de unos recién casados olvidados tras la noche de bodas. Pasando del amor al odio, uno de los hallazgos más inquietantes: una pistola encontrada en un hotel de la capital.
Más cómicos fueron algunos despistes que tuvieron lugar también en hoteles patrios: como una silla de ruedas (¿tal vez dejó de necesitarla?), una buena colección de pelucas para todos los gustos, un perro (!) o una pierna ortopédica…En la categoría de artículos voluminosos, los directores recuerdan maletas llenas a reventar, un alfombra persa de 4 metros, un juego de hamacas de terraza, un oso panda de peluche de 1,80 metros, una bicicleta, una señal de tráfico auténtica y hasta un Hummer, que permaneció abandonado en el garaje del hotel durante semanas hasta que se consiguió localizar al dueño. También grandes, en cuanto a su valor, han sido algunos de los hallazgos en metálico, ‘olvidados’ principalmente en las cajas fuertes: desde unos miles de euros hasta los 100.000 encontrados en una ocasión en un hotel nacional de la cadena y 100.000 $ recogidos en un establecimiento uruguayo. En ambos casos, nunca fueron reclamados. Para quienes sí deseen recuperar sus enseres, NH Hoteles sigue un protocolo de almacenaje y devolución de todos los objetos olvidados, independientemente de su valor. De este modo, cada objeto encontrado se registra en un libro, detallando al máximo todos los datos de los que se disponga (nombre del cliente, número de habitación que ocupó, fecha de su estancia, descripción del objeto…). Por norma general, el hotel no contacta con el cliente por motivos de privacidad y se espera a que el huésped reclame el olvido, que se almacena durante un año en España y alrededor de 6 meses en otros países. Si al cabo de ese período no es requerido, se cede a la camarera que lo encontró o se dona a instituciones benéficas, dependiendo de su valor y según el criterio del director del establecimiento.
Si se preguntan si en NH Hoteles se conservan hasta los cepillos de dientes, la respuesta es sí, porque la experiencia ha demostrado que el valor que dan los clientes a sus pertenencias es, cuando menos, impredecible. Entre las gobernantas de piso, aún se recuerdan auténticas operaciones de búsqueda y captura para recuperar pertenencias tan queridas y, a priori incomprensibles, como un huevo de avestruz o una sencilla funda de almohada blanca de gran valor sentimental.