Las compras transfronterizas no son posibles en Europa en demasiadas ocasiones. El geoblocking está muy extendido en el sector de comercio electrónico. Mientras que las empresas se benefician de la libre prestación de bienes y servicios en toda Europa, los consumidores no tienen las mismas oportunidades para comprar un servicio o acceder a un producto de otro país de la Unión Europea. Lo que sucede en la práctica es que los comerciantes redirigen a los clientes a páginas web locales con diferentes precios, se niegan a vender o entregar sus servicios y aplican precios diferentes en función de la residencia o la nacionalidad.
Según la actual normativa de la UE, las empresas no pueden discriminar por razón de la nacionalidad o lugar de residencia de sus clientes. Pero existe una incertidumbre jurídica acerca de cuándo podría estar justificado un tratamiento diferente. Por ejemplo, por cuestiones logísticas o por existir diferentes regímenes fiscales.
Qué es el geoblocking y por qué no te interesa
La Unión Europea se define como un mercado único, pero los comerciantes levantan barreras artificiales para impedir que clientes de otros países de la UE puedan acceder a sus productos y servicios. A esta práctica se la conoce como geoblocking y desde OCU queremos acabar con ella. La Unión Europea se define como un mercado único, pero no siempre lo es para los consumidores, que a menudo se encuentran con que no pueden ver películas o eventos deportivos online si están en el extranjero, se les impide adquirir un producto de otro país miembro de la UE o tienen que pagar precios más altos por un servicio que se le presta desde otro país porque en en el suyo éste ha sido bloqueado.
Esto se debe a que algunas empresas bloquean sus servicios y la oferta se productos en función de la localización geográfica del cliente. Es decir, levantan barreras artificiales para impedir que clientes de otros países de la UE puedan acceder a sus servicios. A esta práctica se la conoce como geoblocking.
Servicios audiovisuales
Los ciudadanos de la UE que viven en las regiones fronterizas, las personas que viajan, los emigrantes y minorías lingüísticas… todos ellos experimentan el otro gran ejemplo de geoblocking cuando no pueden acceder a la televisión o películas desde su casa o desde un país vecino.
Las personas que no están satisfechas con la televisión en su país, no se pueden cambiar a una emisora extranjera que se adapte mejor a sus necesidades o gustos. El mercado de la televisión de pago es de los que peores prestaciones ofrece en países como Dinamarca, Croacia, Portugal, Finlandia o Suecia. Las prácticas de concesión de licencias que impiden el acceso a estos servicios están anticuadas en un entorno online y lo pagan los consumidores.
Acabar con el geoblocking no sólo beneficiaría a los consumidores, también a muchos de los actores que intervienen el mercado:
La industria audiovisual europea lograría ampliar su audiencia.
La oferta de un contenido legal de calidad a precios razonables es la mejor manera de combatir la piratería.
La industria cinematográfica europea sería capaz de encontrar espectadores más allá de sus fronteras.
Las pequeñas y medianas empresas podrían ampliar sus mercados.
Desde OCU creen que hay que abordar este problema reformando la directiva 93/83/EEC sobre derechos de autor en el ámbito de la radiodifusión vía satélite y de la distribución por cable, en el sentido de que se aplique también a los servicios audiovisuales online el principio del país de origen que se aplica a la distribución de contenidos audiovisuales por satélite.
«Además, apoyamos la propuesta de la Comisión Europea de una iniciativa legislativa para regular el geoblocking en el ámbito del comercio electrónico, no sólo estableciendo cuándo los comerciantes pueden establecer estas barreras, sino con un régimen sancionador efectivo que se aplique a todos aquellos que a través del geoblocking discriminen a los consumidores europeos», señalan.
El pasado mes de enero el Parlamento Europeo aprobó una resolución de la que se pedía el fin del geoblocking. Ahora es el momento de la Comisión Europea para cumplir con su promesa. Y en OCU nos unimos a esta petición a través de la campaña que acaba de poner en marcha la Oficina Europea de Consumidores (BEUC).